Esto, aquello, lo otro y lo de más allá

Ciudad de Panamá, 17 de abril de 2018

Biblioteca Interamericana “Simón Bolívar”

Universidad de Panama

Presentación del libro “Esto, aquello, lo otro y lo de más allá”, de de Julio Armando Batista, Gerardo Bósquez Iglesias, Aileen Brown Solís y Melissa Melinna Sánchez Salazar

Por María Pérez-Talavera

Esto, aquello, lo otro y lo de más allá. Un nombre inusual para un libro por el reto que representa para cualquiera aparearlo con algún género literario; por lo poco --y, paradójicamente-- lo mucho que abarca; por cómo nos acerca y nos aleja de una expectativa.

Me gusta ver la publicación de un libro como un alumbramiento y, en este caso, el parto es múltiple. Podría mencionar que nuestro profesor Enrique Jaramillo Levi es el partero literario por excelencia; podría desarrollar aún más esta metáfora, pero eso me desviaría del mérito enorme que hoy celebramos: el nacimiento de Julio Armando Batista, Gerardo Bósquez Iglesias, Aileen Brown Solís y Melissa Melinna Sánchez Salazar como nuevos autores publicados.

Es casi imposible que mi comentario en adelante no esté impregnado con la óptica de una discípula jaramillo-leviana, quien al igual que Julio, Gerardo, Aileen y Melissa, publicó por primera vez con la ayuda de un grupo de “carpinteros asociados”, es decir, amigos y compañeros talleristas que contribuyeron en la confección de cada historia. Advierto entonces que puedo no ser totalmente objetiva y que mis comentarios puede que hayan sido modelados, en parte, por la emoción y la nostalgia de haber estado en los zapatos de este, aquél, el otro y el de más allá.

Cuatro pronombres demostrativos. Cuatro autores. Cada cual con una personalidad literaria única que se hace notar aún –o a pesar de- los ejercicios de taller, que si me atrevo a adivinar incluyen, pero no se limitan a el cuento de terror, el fantástico, el onírico, la narración de un viaje y el estilo libre, ese que delata las inclinaciones naturales del escritor. En cada experimento, los resultados son fascinantes.

El libro contiene veintiocho cuentos, siete por cada autor. Los autores aparecen en orden alfabético y en ese mismo orden presentaré mis comentarios, comenzando por Julio Armando Aris Batista, a quien en adelante llamaré Julio.

El suspenso como herramienta, más que como género, parece una clara tendencia del escritor. Julio trabaja muy bien la creación de atmósfera valiéndose no sólo del suspenso, sino de simbolismos atinados que regalan un nivel adicional de profundidad a sus historias. Además, la formación científica del autor, Licenciado en física, enriquece notablemente sus puntos de vista y el contenido de sus tramas.

El primero, Muñecas, es un cuento de suspenso con un toque de sarcasmo y humor refrescante, y una vuelta de tuerca al final de la historia. En ella, Julio se vale del simbolismo onírico para construir sobre la trama. Aquí una muestra:

 “Soñó que su madre se marchaba por un camino muy ancho y larguísimo. Que mientras la miraba alejarse su único consuelo era sentir que estaba tomado de la mano de su hermana, pero la sintió rígida y fría al tacto. Cuando volteó a mirarla descubrió horrorizado que era solo la mano y brazo de una muñeca, y que ésta, mutilada frente a él, sonreía.”

Números Primos, su segundo cuento, es un buen ejemplo de cómo el autor utiliza el suspenso como herramienta, construyendo una atmósfera aterradora para lo cual apela a distintos recursos literarios. A continuación, un ejemplo de cómo utiliza el símil para construir un ambiente tenebroso, aunque cabe destacar que el cuento no es de terror:

La corbata y su cuidadoso nudo de la madrugada a esa hora eran el lazo holgado de una horca que colgaba de su cuello.”

El experimento es el cuento donde Julio expresa más directamente su vena científica, y narra una historia interesante de cómo un doctor desempolva un experimento secreto que le permite manipular tiempo y materia. El autor hábilmente presenta cápsulas de complejos conceptos de física de manera digerible, siendo capaz de entretener a entendidos o no en las complejidades del tema.

Pero Julio no es todo fórmulas y, justo al pasar la página y comenzar a leer el siguiente cuento, se pone en evidencia la versatilidad de su pluma. Resistencia es una historia de la conquista --que bien pudiera desarrollarse en cualquiera lugar de América--, contada de manera aguda y sensible. La historia de Iguasanike y el hombre blanco nos recuerda al cazador cazado, y enaltece las raíces guerreras y resilientes de nuestros pueblos latinoamericanos. Para este cuento, Julio se destaca por su narración descriptiva, como en los siguientes pasajes:

“En la oscuridad escuchó una voz primero y después muchas otras que lo llamaban entre la penumbra, tantas como las que pueden esconderse entre las pavesas y luciérnagas, entre los troncos de los árboles perennes o entre las hojas que cargaban las hormigas.”

Y,

“Los demás hombres que lo acompañaban repitieron la ceremonia y continuaron su viaje mezclándose con la montaña, mimetizados con las ramas tupidas de los árboles, recostados en las pendientes profundas, imitando los cantos de las aves, ocultos en el susurro del viento y entre el fino brillo de la cristalinidad de la telaraña.”

El bastón es una historia fantástica de portales que se activan al parpadeo y en la que Julio utiliza por primera y única vez en su selección, el manejo de la primera persona con naturalidad. Los lectores “visuales” se darán banquete con este cuento, pues posee muchas imágenes hermosas como la siguiente:

                     “Del bastón noté que se asomaban algunas hojitas tiernas; del vapor que brotaba de la taza se formaban figuras que se congelaban por instantes, mantenían formas curiosas y luego se deshacían en extrañas contorsiones.”

En el cuento El pasillo, los personajes convergen en un pasaje onírico iterativo, donde el autor apela a la súper-consciencia del lector, a su interpretación individual de lo real-imaginario y, dicho sea de paso, le queda la tarea de responder la interrogante si el cuento es o no metaficcional. El autor logra en esta historia un nivel novedoso de involucramiento del lector.

Por último, Descalzos, un cuento gris y reflexivo, de tono cansino y ritmo pausado, cierra una vuelta acelerada de siete universos nacientes.

La tarea es difícil, pero si tuviera que recomendarles sólo un cuento de su compilación, sería Resistencia.

Es el turno de Gerardo Bósquez Iglesias, escritor de narración vertiginosa y verbo preciso, quien en su discurso manifiesta una preocupación intrínseca por la naturaleza, representada en fenómenos naturales arrasadores y días post-apocalípticos de escasez extrema consecuencia de la inconsciencia ambiental del humano.

Es un reto comprimir una distopía al corto aliento de un cuento; sin embargo, Gerardo lo logra de manera brillante en Sólo fue por compañía. En poco más de cinco páginas y al mejor estilo de Cormac McCarthy, el autor derriba todos los clichés de las sociedades futuras y con destreza arrastra esos días casi post-apocalípticos hacia al lector (y no vice-versa), generando la sensación de que el acabose y la alienación humana están a punto de ocurrir. Como si fuera poco, el autor además asume el reto de conjugar armónicamente la segunda persona con un juego de tiempo presente y pasado en un contexto futurista.

El siguiente pasaje ilustra la velocidad y fuerza narrativa del autor:

“Estás parado en lo que fue el jardín escogiendo el lugar para el próximo agujero que le servirá de servicio a tu familia. Entonces se te acerca el hijo que llora y la mujer que le pides que lo calme, y que cómo quieres que lo calme, y vas a la sala y te asomas a la ventana, con temor a que alguien te vea y te pida algo. Como aquel día que se te presentó el vecino, que no habías visto nunca, y que apenas te resultó creíble cuando te dijo que era el de la esquina, el de la casa de verjas chocolate acompañado del joven que sí recordabas porque algunas veces lo habías visto en la calle y que se quejaba de dolor en el lado derecho, un dolor que se alargaba hasta la pierna y le molestaba para caminar.”

Este maravilloso cuento da para un foro completo, sin embargo, hay seis cuentos más que comentar. En Viaje placentero destaca la precisión de lenguaje; el autor relata un viaje a través de la psiquis de Carolina y toca la fibra de sus más íntimos anhelos, esos que, de tan fuertes, se vuelven apenas tangentes a su realidad.

La crecida, el tercero, es un cuento costumbrista donde la acción se desencadena tan rápidamente como la crecida del río, y hace un paneo veloz de los elementos precisos para recrear escenas vívidas, en alta definición. Fue inevitable recordar la tragedia del estado Vargas, en Venezuela en el año 1999, o lo que cuentan de la crecida del río Caldera en Boquete de 1970, con menos muertos pero terribles estragos.

En el siguiente pasaje, se puede apreciar una bonita descripción vívida y sensorial:

“Caminé junto a Fellito hasta la orilla cerca de la casa de Tito para ver qué tan serio estaba el asunto. Antes de alcanzar el lugar, se escuchaba a lo lejos el salpicar del torrente, como si se estuvieran derramando muchos cántaros y el traquear de las ramas cuando se quiebran, las piedras chocando, el chiflido del viento.”

Fin del problema es el cuarto, historia de una pareja luchando para pagar la renta y la solución inesperada que se le da al asunto. Resalta de este cuento cómo la narradora tutea al lector, involucrándolo casi como a un confidente. Aquí un ejemplo:

          “Traté de inventarle algún cuento para no perder el dinero, pero tú sabes que cuando estoy nerviosa soy mala para las mentiras…”

Como gotas de lluvia es la historia conmovedora del sobreviviente de un accidente de tránsito fatal, en donde el autor maneja con destreza la primera persona y dosifica la trama equitativamente de principio a fin.

Nuevamente nos topamos con un cuento costumbrista, el quinto de la selección de Gerardo. Ni por dinero narra de manera ágil y graciosa las supersticiones alrededor de un espejo roto, con personajes bien trabajados y buenos diálogos.

Parece obra de Jaramillo Levi cerrar el heptágono de cuentos de Gerardo con Lejos de aquí, una historia sobre la muerte. El personaje principal, enterrador en un cementerio, tiene una interesante reflexión sobre la vida en forma de monólogo interior, pero con la novedad de hacerlo en segunda persona mientras le habla, nada más y nada menos, que a un muerto.

En el caso de Gerardo, si tuviera que escoger uno… escogería dos y lo declararía un empate por unanimidad. Sólo fue por compañía y La crecida. Ambos demuestran excelente destreza narrativa y además hacen eco de un discurso ecológico interesante –sin ser aleccionador-- que Gerardo, como marino, debe conocer bien.

Es el turno de las damas –que hoy no van primero-- y comenzaremos con Aileen Brown Solís. En sus cuentos predomina la voz femenina, el horror y la muerte como tema y factor común, tratada desde diversos puntos de vista. Aileen desarrolla tramas perturbadoras con una narración de gran fuerza emocional. Después de leer los cuentos de Aileen, consideré la hipótesis de que quizás “lo de más allá” del título del libro, se refiere realmente “al más allá”.

Silencio, es un cuento de horror y sin final feliz que narra la tenebrosa historia de una familia que va a acampar al bosque, pero lamentablemente no regresan todos los miembros a salvo. La muerte es tratada con crudeza desgarradora, casi normalizándola como cualquier otra acción cotidiana.

Emociones tóxicas, al igual que el primer cuento, comienza anunciando la fatalidad de los hechos que están por acontecer. La autora en cortísimo aliento recrea la vida y obra del personaje incluyendo el enredo que lo lleva a un indeseable destino, demostrando una capacidad de síntesis asombrosa. En este cuento existe una referencia implícita a la inexorabilidad de la enfermedad y la muerte.

La casa del lago, el tercer cuento, es casi una historia de amor, donde la autora se esmera en descripciones cálidas que envuelven al lector en un sitio cómodo y acogedor. Aileen da un inesperado giro al final de la historia y, literalmente, pone al lector a sacar sus propias conclusiones. Aun cuando pareciera que esta es –por fin- una historia rosa, la muerte sigue como factor común, representada en el duelo de Johnny. En este caso, Aileen muestra la respuesta humana y emocional ante la muerte.

Semáforo, el cuento más breve de la colección de Aileen, es otro ejemplo de la capacidad de síntesis de la autora quien, en poco más de una página logra recrear muy bien el estereotipo del personaje principal, una mujer pretenciosa que vive un intenso episodio de revelación durante la espera del semáforo y, de nuevo, la autora aborda la inexorabilidad de la muerte.

Dunas de tristeza es en mi opinión el cuento que demuestra mejor la fuerza emocional de las narraciones de Aileen, y que además tiene un nombre hermoso y metafórico. Para ejemplo, el siguiente pasaje:

“Los días transcurrían y ella vivía esquivando sus propios montículos de dolor y dunas de tristeza, que al no encontrar más lugar donde acumularse, sufrieron un estallido silencioso y despacio se diluyeron en una mezcla de agua y sal que exudaba a través de sus ojos todo el enojo, sufrimiento y alguna que otra migaja de consuelo.”

Esta es una historia triste y en la que la autora retrata de manera cruel y realista que la falta de resiliencia es humana y cómo a raíz de eso el dolor se hace camino hasta la muerte.

La chica, el penúltimo cuento de la colección de Aileen, comienza como una historia luminosa, pero pronto se torna en un laberinto oscuro de intrigas con un desenlace sorpresivo. La muerte también tiene cabida en la trama, sustentando implícitamente la aceptación de la muerte como parte natural del proceso de duelo.

Finalmente, Aileen cierra su ciclo con La posesión, donde de manera ingeniosa usa la metáfora continuada como recurso y sustento principal de la trama. La muerte, por su parte, juega más de un papel en la historia: es un acontecimiento y a la vez un fenómeno esotérico, como se puede deducir por el nombre del cuento.

Si tuviera que recomendarles uno, sería Dunas de dolor.

La última autora alumbrada en este parto es Melissa Melinna Sánchez Salazar, escritora de verbo fluido e impetuoso, de narraciones de largo aliento que demuestran una pluma prolífera y creativa. Melissa en su colección demuestra poseer una sensibilidad especial para dar valor y narrar temas a simple vista banales, absurdos, cotidianos o de los que no se quiere hablar: un objeto inanimado, una aparición, la relación de una niña y su perro o la gente de la calle.

Comienza con ritmo galopante con En un santiamén, cuento costumbrista en el que la autora narra de manera brillante una carrera de caballos en su contexto, recreando nítidamente el mundo hípico y las emociones intensas que lo caracterizan. Desde el primer párrafo, hace uso preciso del lenguaje y se vale de recursos oportunos que embellecen su narración, como, por ejemplo, el bonito comienzo del cuento:

“Las esperanzas entran de una en una por el portón del coliseo, cargadas de ilusiones y promesas. José con la fidelidad de un devoto, asiste con su compadre cada domingo diciéndose a sí mismo que “esta vez sí”. Aunque ha perdido muchas, se hace presente por costumbre o más bien, porque ya se ha hecho parte de su vida.”

Invisible, el segundo cuento, es la historia de una inmigrante que termina de pordiosera en las calles de Panamá, retratando una realidad que muchos prefieren ignorar. En este monólogo interior es posible conocer la historia del personaje, sus miedos, reflexiones y visón del mundo, adornado con un lenguaje que lo hace creíble y natural.

Arnulfo, el siguiente cuento, sospecho que tiene rasgos autobiográficos, y en él la escritora –con toda autoridad--, nos asoma al mundo de una estudiante de medicina y plantea cómo las anécdotas de su infancia marcan de alguna manera su percepción de la muerte.

Sigo leyendo a Melissa y para mi deleite me topo con La casa de los viejitos, un cuento que calificaría de horror por la trama y, en especial por su desenlace. Sin embargo, la atmósfera a lo largo del cuento nos recuerda más a Hansel y Gretel, clásico de los hermanos Grimm. La autora maneja eficazmente el paso del tiempo para mover al lector entre distintas capas de la historia.

Melissa mantiene el tono en su siguiente cuento, El viaje secreto, que relata el escape de la joven Camelli y su perro Tintín durante un paseo familiar al bosque. En esta aventura, la protagonista explora el bosque y río aledaños y se embarca en una aventura secreta a lugares inesperados. La autora, por su parte, pone especial empeño en crear una atmósfera fantástica de cuentos de hada. Aquí una muestra:

“De la nada aparecieron miles de pajaritos de todos los colores y tamaños que bajaron hacia el piso. Niña y perro despertaron por el barullo de trinos, ellos con las ramas, las lianas y las hojas empezaron a tejer una resistente colcha, terminaron y se fueron. De un árbol bajó un mono Tití y con señas le indicó que se pararan en la red, así lo hicieron y una vez ahí las aves regresaron, eran muchísimas, tomaron cada uno un cantito de aquella sábana y se fueron elevando, como si sus pasajeros no pesaran y tal era la cantidad de pajaritos que bien podían con la carga.”

Melissa cierra su ciclo con Trabajo sucio, la historia de un misterioso clan en sus labores con un final absolutamente sorpresivo. La autora toma el riesgo de pedirle al lector su complicidad a cambio de la intriga que línea tras línea le va regalando. Y con este broche extravagante cierra este libro. Si tuviera que recomendar únicamente uno, ese sería En un santiamén.

Volviendo a mis palabras iniciales y después de este recorrido por cada una de las historias, vemos lo mucho que la obra abarca, su riqueza de temas y cómo se expande en la consciencia del lector para así superar las expectativas. Es mi más firme deseo que esto sea solo el principio de aquello, de lo otro y lo de más allá. Vuelen alto. Éxito, colegas.

Durante la presentación de “Esto, aquello, lo otro y lo de más allá”. De izquierda a derecha: Gerardo Bosquez, Melissa Melinna Sánchez, Julio Batista, Aileen Brown, María Pérez-Talavera, Gonzalo Menéndez.

Referencias

          Batista , Julio Armando, et al. Esto, Aquello, Lo Otro y Lo De más allá. 28 Cuentos de cuatro nuevos autores. Foro/Taller Sagitario Ediciones, 2018.