La construcción de la imagen en algunos minicuentos de autoras panameñas en el libro ¡Basta! 100 mujeres contra la violencia de género.  

Ciudad de Panamá, 18 de de septiembre de 2018

Universidad Tecnológica de Panamá

V Congreso Internacional de Literatura. Panamá

“El cuento centroamericano”

Mesa Redonda No 4.

La construcción de la imagen en algunos minicuentos de autoras panameñas en el libro ¡Basta! 100 mujeres contra la violencia de género.        

Por María Pérez-Talavera

La primera vez que leí ¡Basta! Me impresionaron sus imágenes: retratos de mujeres bajo una luz dura, fría y continua; ambientes miserables con el aire cargado de cruda realidad. En textos de corto aliento, pululan no sólo lugares comunes de la desdicha femenina, sino también objetos, sitios y paisajes tangibles que se erigen y despliegan en la mente del lector como una fotografía en un museo a la violencia.

          Quise entonces iniciar un estudio de sus relatos y entender la codificación de símbolos alrededor del tema. Repasé viejos textos sobre semiótica de Barthes y releí debates y estudios interesantísimos. Uno de ellos compaginó con mi propósito de estudiar la construcción de la imagen en algunos minicuentos de Basta desde una perspectiva particular, ya que analiza la posición teórico-ficcional que Horacio Quiroga —cuentista uruguayo— pudo construir frente al arte fotográfico.

“En una imagen fotográfica se percibe la convivencia de lo minúsculo, lo característico, lo particular y lo relativo: rasgos de algunos de los cuentos realistas de Quiroga. Roland Barthes propone al respecto que "la fotografía reproduce al infinito únicamente lo que ha tenido lugar una sola vez: la fotografía repite mecánicamente lo que nunca más podrá repetirse existencialmente" (2005: 28 s.). Quiroga logra una imagen poética en los cuentos "El retrato" y "La cámara oscura" que acuerda con lo que Barthes propone como imagen fotográfica.” (Utrera, 2010)

Por su parte, los microrrelatos de Basta que son de mi interés, reproducen al infinito situaciones particulares e irrepetibles de mujeres únicas, pero que a la vez hacen eco de millones de realidades de mujeres de nuestra época, en cualquier latitud. Son relatos que nacen en la ficción y hacen vida entre nosotros, en lo físico y lo real. O vice-versa. Como afirma Barthes, “La imagen fotográfica es el analagon perfecto a la realidad.” (Utrera, 2010)

          Quedé entonces con la sensación de que mi interés no era decodificar este conjunto de relatos y hacer una interpretación lingüística compleja, sino más bien apreciarlos. Apreciarlos como cuando viajo y me deslumbra un castillo sin conocer su historia; como cuando camino por la ciudad y me cubre de repente la sombra de un árbol y no la de un edificio; como cuando voy a un museo y admiro un cuadro sin saber de la técnica. Así, como se disfruta el arte: con sencillez y regocijo.

          Y justo cuando me senté a preparar esta conferencia, recordé algo que aprendí de la obra del Maestro Carlos Cruz-Diez, artista cinético; una enseñanza que acompaña siempre mi visión de mujer lectora, escritora y, ante todo, una lección de humanidad.

Carlos Cruz-Diez organiza sus obras en series, una de ellas son las “Inducciones Cromáticas”, donde mediante la “yuxtaposición de una trama azul y una negra sobre el fondo blanco, el ojo genera sobre este fondo el color complementario del color que se opone al negro. Lo interesante aquí, es que las inducciones logran estabilizar y hacer visible un fenómeno que solo podemos captar fugitivamente y en circunstancias muy especiales. Ese amarillo que aparece está y no está, tiene una existencia virtual, pero tan real como los pigmentos utilizados”. (Fundación Juan March, 2009).

Diagrama de una inducción cromática

          Partiendo de la premisa de que el Maestro propone el color autónomo como un hecho evolutivo que nos implica, sin anécdotas y desprovisto de símbolos, es un acontecimiento maravilloso encontrar “ese amarillo que aparece” en lo que él llama el presente perpetuo: el momento en que el espectador se enfrenta la obra y ésta cobra un sentido único y verdadero cuando el observador descubre la capacidad de crear y destruir el color con sus propios medios perceptivos; cuando encuentra su propia resonancia efectiva. (Catálogo Marión Gallery Panamá, 2013).

          Desde mis zapatos de escritora, y sobre todo de lectora, me emociona reconocer en esa propuesta artística algo vital y quizás no siempre evidente en la ficción literaria: lograr una dialéctica entre el lector y el texto en la que el lector es partícipe y, por sus propios medios, descubre el significado del texto; en la que como autora puedo inducir que ese amarillo —que está y no está— aparezca frente a él. “Decirlo sin decirlo”, como resumió el Maestro. Es llevar el famoso Show don’t tell de Hemingway a un nivel intuitivo donde la participación del lector es tan clave como la destreza del escritor.

          Es en esta analogía entre la obra artística del Maestro Carlos Cruz-Diez y la creación literaria, que he decidido basar mi sencilla apreciación sobre la creación de la imagen en mini-ficciones de ¡Basta! 100 mujeres contra la violencia de género, versión Panamá.

          ¡Basta! es una propuesta chilena que busca crear consciencia y visibilizar a través de la literatura toda la gama de actitudes que violentan a la mujer en nuestros tiempos. Este proyecto literario se ha expandido por todo el continente americano. En 2017, se une Panamá como octava réplica y la primera en Centroamérica publicado por Modus Ludicus Editorial. El libro está compuesto por textos muy breves (microrrelatos, minificciones, poemas) en los que se pone de manifiesto la situación de vulneración de la mujer en la sociedad contemporánea. La propuesta de Panamá es incluyente y abarcadora, cuenta con escritoras en su mayoría, pero también con mujeres que tienen una posición de liderazgo en la cultura o en el campo de las humanidades.  Son autoras de distintas regiones del país, nacidas desde la década de 1930 hasta 1990. 100 mujeres que echan mano de la escritura creativa para ensamblar un mosaico del dolor y de la fuerza que encierra la mujer. Mujeres rotas, solas, mártires, brujas, diosas, niñas, madres, viejas, putas, santas. El libro es una herramienta para abordar el tema de la violencia de género contra la mujer, a través de la escritura creativa. El comité editorial ¡Basta! está conformado por la escritora y editora Carolina Fonseca; la escritora y abogada Olga de Obaldía; la psicóloga, psicoanalista y experta en género Nathaly Ponce Ulloa; y la docente, escritora y traductora Danae Brugiati Boussounis.

          El libro se divide en secciones que de alguna manera clasifican los textos según el tipo de penuria femenina: Dolores de parto, (Mal) Educadas, Desgracias del bello sexo, Pensar-se, Con voz propia, Rupturas y Morirse.

          A continuación, pretendo hacer un ejercicio que involucra silenciosamente a la audiencia, en el cual haremos una breve apreciación de nueve mini-cuentos seleccionados.

          Primero, presentaré una frase del mini-cuento, acompañada de una nube de palabras en donde las de mayor peso (las que más se repiten en cada minicuento) se presentan más grandes dentro de la gráfica. Seguidamente, leeré un breve resumen y apreciación de la historia. La intención es probar si se logra o no crear en la audiencia una imagen sustancial asociada al significado del texto, a partir de la observación de la nube de palabras, sin haber leído el mini-cuento.

          Los mini-cuentos serán presentados según su orden de aparición en el libro.

1.      La galleta, de Gloriela Carles Lombardo.

          “Ya no quisiera tener galleta”

¿En qué piensan cuando hablamos de galletas y leche?

La famosa combinación de galletas y leche tiene una connotación de confort infantil. Sin embargo, en este relato de extraordinaria crudeza, una colegiala habla de leche y galletas para referirse al semen y a su vagina, respectivamente. Ese amarillo que aparece es la inocencia interrumpida.

2.     Parturiens, de Mariafeli Domínguez S.

“Ojalá sea niña para que me ayude.”

Una madre camina rápido, perseguida por tres hijos varones a los que deja rezagados. En medio de su apuro rompe fuentes y desea profundamente que el bebé sea niña “para que la ayude”. Breves referencias contextualizan la pobreza de la familia: pies cenizos, la carrera, la ausencia de un padre, el pensamiento de la mujer. Ese amarillo que aparece es la ignorancia y la opresión de un sistema de clases.

3.     Natalia sólo vivió un minuto, de Griselda López.

        “En un minuto vivió años y decidió morirse.”

Un feto percibe a través de sus órganos todavía prematuros, casi inexistentes, el horror de la vida de su madre, una prostituta. Sometido a las embestidas de incontables penetraciones, la miseria del lugar y la desdicha de la madre, el feto mujer, de alguna manera proyecta el dolor de lo que será su vida y “decide” morirse. Ese amarillo que aparece es preferir la muerte antes que la desgracia de ser mujer. O de ser esa mujer.

4.    Un parto, de Shantall Murillo.

        “Ojalá hubiera nacido hombre.”

Una mujer sobrevive las complicaciones de parto acompañada únicamente por otras mujeres (mamá, hermana y enfermera), ante la marcada y dolorosa ausencia del progenitor de la criatura. Cuando recibe en brazos a su hija recién nacida, espeta “Ojalá hubiera nacido hombre”. Ese amarillo que aparece es la rabia.

5.    Esta conga siniestra, de Gloria Guardia.

“La más joven de todas había roto el desfile de esta conga siniestra”

Mujeres de pueblo, generación tras generación, mantienen una perfecta coreografía de partos, doblegamiento y miseria, como bailando una conga que se ve interrumpida por la arritmia de la nieta menor, única joven que estudia y finalmente abandona el matriarcado. Ese amarillo que aparece es la rebelión.

6.    En punto, de Mirie de la Guardia.

“Aquí se cena a las siete. En punto.”

Una familia espera por la madre a la hora de la cena en este relato contado desde la perspectiva del hijo. La autora logra recrear magistralmente la tensión de un momento irresoluto, en una consecución de acciones simples como las del siguiente pasaje: “Pero el silencio se traga la esperanza. Me traqueo los nudillos debajo de la mesa. Miro el plato de porcelana blanca: me encandila la ausencia.” Ese amarillo que aparece es la violencia doméstica y la corazonada de que el hijo inexorablemente copiará al padre.

7.     Mariposas negras, de María Laura de Piano.

       “Y estoy aquí en la penumbra, como una mariposa negra de agosto, esperando paciente y resignada mi propia muerte.”

Una mujer recibe una carta de disculpa de un amante maltratador. La fuerza metafórica, símiles y alegorías de este microrrelato, representan el paralelismo oscuro entre la violencia doméstica y augurios de muerte. Ese amarillo que aparece, es el círculo vicioso —y potencialmente mortal— del abuso y el perdón.

8.    Delirio, de Isabel Herrera de Taylor.

       “Las dudas convirtieron la pasión en un tormento.”

Historia de un feminicidio. Un hombre se obsesiona con los amores pasados de María y es acosado por sus delirios mientras recorre el cuerpo de su amante. Relato de evidente intertextualidad con El túnel, de Sábato, donde ese amarillo que aparece es la mujer como objeto y el nulo valor de su vida. 

9.    Invisible, de Enithzabel Castrellón Calvo.

       “Frente al espejo Susana asumió lo inevitable, había desaparecido.”

La agresión verbal y sicológica en el entorno doméstico, terminan por acabar literalmente con Susana. En un juego de adjetivos que forman el hilo conductor de la historia, la autora va engarzando la venida a menos de la protagonista. Ese amarillo que aparece es la vejación y posterior desaparición de la autoestima de la mujer; es el suicidio como fatal consecuencia.

          La creación de la imagen en algunos minicuentos de ¡Basta!, es cónsona con el espíritu de denuncia social que propone el proyecto. A través de la ficción, las distintas autoras dibujan la realidad de mujeres panameñas en contextos sociales que resuenan en el lector, rodeadas de personajes que nos guiñan el ojo. Como lectora y como mujer, reconocí lugares, gentes y situaciones de una realidad ya no solo panameña, sino latinoamericana, y que en otras latitudes se ha de repetir, con otros paisajes quizás, pero con el mismo sentir.

          La utilización del minicuento como canal prueba ser efectiva para la transmisión del mensaje. Citando a Aguilera Valdivia (p. 5)

          El microrrelato es un género literario moderno, híbrido, marginal, de proyecciones insospechadas y que calza con la globalidad de los tiempos. En palabras de Fernando Valls, (2008, p. 20) es “un texto narrativo brevísimo que cuenta una historia, en la que debe imperar la concisión, la sugerencia y la precisión extrema del lenguaje, a menudo al servicio de una trama paradójica y sorprendente.

          Es sin duda una proeza literaria transmitir la complejidad de la violencia de género en un espacio breve y reducido. Sin embargo, en la anterior selección de minicuentos, se aprecia cómo la precisión del lenguaje (como el sencillo ejercicio de las nubes de palabras quizás hayan podido probar), contribuye enormemente a la creación de imágenes sugerentes y, por si fuera poco, tramas conmovedoras.  

          Es casi imposible desligar el rol cívico y social de las 100 escritoras de ¡Basta!, Panamá, de su labor creativa, literaria y ficcional, específicamente como partícipes de este proyecto. ¿Está la creación de la imagen femenina y de los elementos contextuales (cultura, familia, sociedad, economía…) influenciada por el género de las autoras? ¿Está la ficción siendo instrumentalizada por un movimiento político o social?  ¿O más bien a través de la ficción se está re-significando una problemática social? La respuesta es subjetiva y va a depender, otra vez, de un juego dialéctico entre el lector y el texto. Ese amarillo que aparece es un instante natural-ficcional, virtual-real que puede o no variar según quien mira.

          El que tenga ojos, que vea. Y el que tenga boca… que diga ¡Basta!

Referencias

Aguilera Valdivia, Gabriela. “Literatura y Violencia De Género: El Proyecto Literario ¡Basta!, Una Red Internacional De Microrrelato Creada En Chile.

Carlos Cruz-Diez. El color sucede. Catálogo de exposición Fundación Juan March Madrid, 2009.

          Cruz-Diez: 90 años de color.  Catálogo de exposición Marión Gallery Panamá, 2013.

          Fonseca, Carolina, et al. ¡Basta!: 100 Mujeres Contra La Violencia De género, Panamá. Modus Ludicus Editorial, 2017.

          Utrera, Laura. “Horacio Quiroga y La Imagen Fotográfica: Una Lectura De Los Relatos ‘El Retrato’ y ‘La Cámara Oscura.’” Iberoamericana (2001-), vol. 10, no. 39, 2010, pp. 125–138. JSTOR, JSTOR, www.jstor.org/stable/41677168