Fugacidades en un panal de fuegos: claroscuro a los sentidos

Ciudad de Panamá, 25 de octubre de 2018

Embajada de México

 

FUGACIDADES EN UN PANAL DE FUEGOS: CLAROSCURO A LOS SENTIDOS

Presentación del libro de Gloriela Carles Lombardo.

Por María Pérez-Talavera

 

Ímpetu estético es lo que predomina en la creación literaria de Gloriela Carles Lombardo (Ciudad de Panamá, 1977)

Me detengo a pensar en el sentido de esa combinación de palabras (ímpetu estético) y, por un momento, me parecen tan acertadas como contradictorias para describir el carácter de las letras de Gloriela. Si el ímpetu representa fuerza, fuerza –sin duda--, tiene. Si el ímpetu se opone a la dulzura de sus imágenes o la caricia de sus versos, entonces lo contradice.

Y es justamente este agridulce la mezcla exquisita de Fugacidades en un panal de fuegos.

Un panal de fuegos.

El título es enunciativo, premonitorio. La dulzura y la vehemencia danzando al ritmo que impone la autora. La miel y el calor consumándose en un melao que, mientras se cocina, embelesa y da placer.

Como una cucharada de miel que curte la lengua, el paladar y la garganta dejando el dulzor mucho después de haberla tomado, así quedan los mini-relatos y poemas de Gloriela calcados en la psiquis del lector, cual papilas gustativas satisfechas.

En un plano sensorial, ¿no sería lo agridulce lo mismo que el claroscuro? Y es que detecto un leitmotiv tenue, gradual que se pasea entre la luz y las sombras, entre el despuntar, el crepúsculo y la noche, entre el deslumbre y la penumbra; tanto en el sentido literal (con imágenes vívidas de iluminación) y figurado (con tramas ligeras y oscuras)

¿De qué van estas Fugacidades? Se preguntarán los presentes. Quizás sus expectativas sean que les hable del estilo de Gloriela, que analice sus decires y, con mucha rimbombancia haga una disección poética y literaria de su obra. Lamento decepcionarlos tan pronto en esta velada y contarles que yo sólo aproveché la primicia de recibir el libro de la autora antes que todo el mundo y apreciarlo como la obra de arte que es. Y fui feliz saboreando mi cucharada de miel.

Sin embargo, hay ciertas apreciaciones que me parece oportuno compartir para celebrar el maravilloso primer trabajo literario publicado de la autora.

El primer libro de Gloriela (publicado por Foro/Taller Sagitario Ediciones, Colección Breve, 2018) es, en forma y fondo, una proeza literaria, una apuesta estética, una fórmula conquistadora. Fugacidades es un jolgorio para la literatura panameña; un homenaje a la femineidad de las letras del istmo.

En primer lugar, su presentación es sencilla pero decidora. Su formato portátil –cónsono con la brevedad de los textos-- me dio un confort que me recordó a los libros de mi niñez, esos que me llevaba a la cama para dormir abrazada a ellos. En conjunto, el texto certero, el formato portable, la experiencia placentera de páginas suaves y el olor a libro recién hecho, unido a la precisión de su estética, con ilustraciones y portada de Jaramillo Barnes, hacen de Fugacidades un objeto hermoso y admirable.

Segundo, Fugacidades está compuesto por una combinación genial de poemas y mini-ficciones que hacen un juego casi Cortazariano en el orden de lectura y la integración de los textos. Existe una intertextualidad entre poemas y ficciones, que se hace tangible tanto literal (con la pista de alguna palabra) como figurativamente (a través de un tema o interpretación), creando una íntima complicidad con el lector. Gloriela crea y proyecta su propia dialéctica en la trinidad poema-minificción-lector. 

Leer el índice del libro ya constituye una experiencia en sí: oscilaciones temáticas, altibajos textuales entre mayúsculas y minúsculas, deltas entre los textos con títulos y los textos con títulos putativos, adoptados por una primera línea compasiva; ondas sinodales que van del silencio al grito, del lleno al vacío, de la luz a la penumbra, del ying al yang. Todo perfectamente concatenado por un hilo poético que se arrastra con gracia de los poemas a las mini-ficciones con premeditación y alevosía.

Es muy pronto para presentar una desavenencia, pero me urge hacerlo a manera aclaratoria: no estoy de acuerdo con llamar “minipoemas” a los poemas de Gloriela. Los poemas son poemas y se bastan así mismos aún cuando cuenten con una sola palabra o mil, y en este caso, la autora logra redondearlos de manera exacta, milimétrica. No podemos darnos el lujo de hacer espacio a la confusión usando un diminutivo que achique la grandeza, en vez de fungir de adjetivo que califique la longitud del texto. Estos poemas son sencillamente muy redondos y brillantes para mini-mizarlos.

¿Qué hay en los textos de Gloriela?

En los textos de Gloriela hay cadencia.

Que se encienda la luz otra vez (21)

¿Qué mejor muestra de ímpetu que esta primera línea?

Un poema en rima que de entrada impone el ritmo del resto del libro. Un éraseunavez honroso, optimista y contagioso.

 

que se encienda la luz otra vez

                        o se quede sin más apagada

que el alma demuela sus huesos

                        o que al menos le nazcan ventanas

que la noche sostenga el crepúsculo

                        o lo rasgue el dolor o la nada

 

Personalmente considero que una mini-ficción con cadencia es un hito, y Gloriela lo logra con atino en ATARDECE, que leeré a continuación.

Tengo el sol sentado en mis piernas. Quema mis muslos. Va más allá en busca de su noche. Apaga su sed en mí. (97)

Frases cortas y melodiosas imprimen un cha-cha-chá en este corto relato y construyen, más allá del lenguaje, sobre el dejo poético del texto.

Aprovecho de presentar el poema cónyuge de ATARDECE para ilustrar oportunamente el tejido semántico poema-ficción, y que a su vez ejemplifica el leitmotiv del juego de luces que produce la autora

ciegos

mis pies desnudos

buscan la noche

de los tuyos (96)

 

La noche es, evidentemente, un eslabón textual entre ambos textos; pero más allá de eso ¿perciben la conexión intuitiva y sensorial entre ellos?

Voy a releerlos, esta vez uno tras otro, poema seguido de ficción (separados por una breve pausa) para hacerlos testigos del efecto del texto.

Rescato el juego entre el sol ocultándose sobre el mar y el juego entre los pies desnudos de los amantes. En ambos hay una gran sensorialidad.

¿Qué más hay en los textos de Gloriela?

En los textos de Gloriela hay genialidad.

la muerte vive herida

respira

late

se apega

 

no es aún (29)

En este caso, la autora se vale de diversos recursos literarios (antítesis, personificación, enumeración, dilogía…) que construyen sobre el ingenio creativo de una muerte moribunda, una muerte que vive, una muerte que se aferra a la vida.

En los textos de Gloeriela hay ludus. En Fugacidades, el siguiente poema es la mejor muestra de ello:

eclipse

 

punto oscuro

do

mi

sol

Lúdico y brillante. Me ufano en decir que estuve presente el día que Gloriela creó este poema en un taller de aforismos con el escritor peruano Luis Yslas, momento en el que me di cuenta de que la tendencia poética de Gloriela arropa su estilo independientemente del género que escriba. Asimismo, sus textos presentan un dejo lúdico que puede rayar en lo sarcástico. Algunos de los textos del libro en donde esto se hace evidente son: La galleta, eclipse e incluso Fogocidad-Fugacidad (también presencié el alumbramiento de este último, bellamente ilustrado además por Jaramillo Barnes).

En los textos de Gloriela también hay sensorio.

A continuación, presentaré una pareja poema-minificción que hablan por sí solos:

el océano

mojó la noche

de peces (98)

*

MAR Y PEZ

Él tenía peces nadando en sus ojos. Ella agua de sal en los suyos. Al contemplarse, los peces saltaban de una mirada a la otra. Mar y pez / pez y mar… Un cardumen por los cuerpos. La pequeña muerte de nunca más volver. (99)

Me parece un fenómeno que cada texto se nutre de su par hasta el punto maleable de su transformación semántica, donde además la sensorialidad se exacerba, se convierte en ultrasensorialidad, por lo cual me atrevería a afirmar que la intertextualidad sistematizada creada por la autora logra mejorar la experiencia de lectura de los textos por separado.

Me gustó particularmente que los minirrelatos guardan la misma fórmula poética bien acicalada de los poemas, al punto que la transición entre uno y otro es casi imperceptible a nivel de lenguaje, ¡y eso es tan hermoso!

Hay algo más que quisiera destacar: conocí a Gloriela en el año 2015, en el Diplomado de Creación Literaria de la UTP que tomamos juntas. A partir de ahí, hemos cruzado nuestro camino alrededor de eventos y tertulias literarias, talleres de poesía, aforismos y microrrelatos. Recientemente analicé un texto de Gloriela –entre otras autoras-- publicado en la antología ¡Basta! Panamá, cien mujeres contra la violencia de género, para mi ponencia sobre el cuento centroamericano del V Congreso Internacional de Literatura de Panamá, 2018. Ambas nos convertimos en madre casi al mismo tiempo, lo cual acercó aún más las pasiones compartidas. Digamos que he logrado observar a Gloriela desde una distancia prudente y a través de distintas facetas como para atreverme a mencionar que podría haber un rasgo metaficcional en Fugacidades: ese fuego que habita a la escritora, a esa aprendiz callada que absorbe como esponja y al hablar --al actuar--, es precisa, deleita y sorprende; ese fuego de mujer letrada, escritora versátil, psicóloga, coach ontológico, educadora experiencial en metatraining, pluri-capacitada para dejar huellas sapientes en cada creación literaria. Y por otro lado esa miel de la hija de Erasmo y Anoland, de la esposa de Salvador y la madre amorosa de Salvador Erasmo; de la mujer amiga, dulce y cordial. Es esa mirada bondadosa y pícara de Gloriela la que personifica todas sus mieles y fuegos.

¿Qué nos quiere decir Gloriela a través de Fugacidades? Yo no leí un mensaje cifrado. Yo procesé la lengua materna del libro de manera visceral, con todos mis órganos. Estas Fugacidades se escabullen entre mi bilis, se filtran en mi lumbar, alcalinizan mis humores, se digieren, se reabsorben y vuelven a comenzar.

Para terminar, quisiera citar a mi querido profesor, el poeta Salvador Medina Barahona, en su ponencia “Tejido, tensión y armonía en el libro “Fugacidades en un panal de fuegos” de Gloriela Carles Lombardo”, presentada durante el V Congreso Internacional de Literatura de Panamá, 2018, donde hace alusión a la armonía presente en los textos del libro y cómo posiblemente influencia la dinámica de lectura:

“Lo de armonía quisiera explicarlo usando la sencilla analogía de la superposición de un par de voces que genera una eufonía; pero tomando por caso un solo cantante que hubiera grabado antes una primera voz y luego una segunda, para posteriormente mezclarlas, o superponerlas obteniendo como resultado un sonido grato. Pues, así, versos antes de párrafos antes de versos… han sido dispuestos en procura de una armonía eficaz, dando una sensación de completura y unidad en la diversidad, e incluso alentando oposiciones visuales y semánticas.

Sin lugar a dudas, hemos de haber pasado la mirada de cabo a rabo para poder ejercer la percepción de dicha armonía y, en cuanto a lectores activos, tal vez ser agentes capaces de superponer una tercera voz.”

 

No me queda más que recomendarles que sean ustedes esta tercera voz, afinada o cacofónica, ¡no importa!; no me queda más que instarlos a someterse a la experiencia maravillosa de Fugársele a sus sentidos en un panal de fuegos.